lunes, 31 de marzo de 2008

Propósito de enmienda.

Mis robos se pueden contar con los dedos de una mano. Soy demasiado nervioso y me pongo aún más nervioso. Lo único que recuerdo haber robado durante mi infancia fue una baraja de la NBA en una papelería y la fechoría no compensó ni de lejos la taquicardia y los sudores.

Conozco gente experta que ha sacado un gran provecho de su sangre fría y ha salido siempre airosa pero, durante mi adolescencia, también viví una experiencia horrible: ver cómo un amigo era pillado in fraganti en unos grandes almacenes y conducido a uno de esas frías oficinas de las que tanto he oído hablar.

En cuanto a las fotos y el arte en general, soy un firme defensor de la apropiación. Yo mismo la practico con fruición en todas sus modalidades: por azar, metiéndome de cabeza en los contenedores de basura o, como en un par de casos, robando. Por lo que recuerdo, aparte de la baraja de la NBA, lo único que he robado son dos fotografías.

Una de ellas es la foto de una novia que tuve hace un millón de años. Se la escamoteé de la carpeta del instituto y, como la cosa no duró más que un par de meses, es la única foto suya que conservo. Una amiga común la vio hace poco y me dijo que sigue igual, así que no me atrevo a subir su foto por si me denuncia o su marido me da una paliza.

La otra sí me atrevo a mostrarla. Uno de mis pasatiempos favoritos durante mis (muchísimos) años de universidad era reírme de las fotos de los antiguos estudiantes que habían cometido la imprudencia de participar en la orla de su promoción. Ni que decir tiene que decliné amablemente seguir esa tradición. Lo más habitual era mofarse alegremente de los peinados de nuestros predecesores... obviando al mismo tiempo el desprecio que el mío provocaba en mis contemporáneos.

Pero también había fotos que nos llamaban la atención por otros motivos, especialmente la belleza y la fealdad extremas. En un rapto inexplicable e inexcusable, robé la foto de la que en ese momento me pareció la chica más bonita del mundo.

Y me he propuesto devolverla. No sé si el número que figura al dorso y mi pésima memoria me permitirán devolverla a su orla pero lo voy a intentar. El motivo "inconfesable" que se oculta tras tan noble acción es apuntar su nombre y buscarlo en Google inmediatamente.

Ahora sólo falta que me pillen con las manos en la masa, con el pegamento en la mano y con la conciencia culpable. "Tierra trágame" o "misión cumplida", proximamente en sus pantallas.

jueves, 27 de marzo de 2008

¿Arte en tres dimensiones?

Ay, las tres dimensiones. Los humanos nos creemos muy sofisticados pero seguimos esperando un arte visual que nos permita una verdadera experiencia en 3D.

Hay varios sistemas (estereogramas, anaglifos, estereoscopia, autoestereoscopia) y algunos permiten crear fácilmente este tipo de imágenes.

Básicamente, se trata de dos imágenes ligeramente diferentes, una destinada a cada ojo. Combinando ambas se hacer creer a nuestro cerebro que estamos ante una imagen tridimensional cuando en realidad no es así.

Las gafas bicolores son el sistema más conocido, pero no sé si son ustedes tan "peculiares" como para contar con unas entre sus preciadas posesiones. Otro sistema es cruzar los ojos (bizquear, vamos) hasta que se forma una única imagen con la combinación de ambas. Como se suele decir: "si duele no lo hagan". Prueben con estas imágenes una vez ampliadas:


Otro sistema es la visión en paralelo. Consiste en observar una imagen con cada ojo hasta que el cerebro recompone la información en una sola.

Otro día hablamos de los demás sistemas. Mientras, escojan su favorito y disfruten de la experiencia en esta espectacular página. Un verdadero maestro.


Coleccionista no, acumulador.

Algunas de mis etiquetas preferidas. ¿Alguien sabe qué marca representan las dos primeras? Sólo sé que la del burrito es de un bombón o un chocolate y la de los humanos de una prenda de ropa. Como ha quedado claro, soy incapaz de coleccionar nada. Mi proverbial dispersión es más propensa a acumular.


Por eso me ha sorprendido la cantidad de gente que colecciona las pegatinas de las frutas como dios manda: orden, categorías, referencias, intercambios...


Todo comenzó con las colecciones de cromos: la liga de fútbol, el Mundial 82, fauna y flora, series de televisión y demás aficiones del infante normal. Salvo alguna rara excepción, todas fueron abandonadas (inestabilidad que se convirtió muy a mi pesar en un rasgo de mi carácter).

La única que completé:
-Una de la liga de fútbol del 83. Me acogí a la patética opción de pedir los últimos cinco cromos a la editorial.

Mis álbumes favoritos:
-Paisajes sobre los que pegar animales, soldados con su armamento y demás figuras haciendo coincidir sus formas con las del entorno.
-Kalkitos: figuras que se pasaban a un paisaje rascando un plástico con un boli.
-Una de cromos desplegables (trípticos) sobre el Mundial 82, estadios y posters incluidos, que regalaban con los Phoskitos.
-Otra de jugadores del Mundial 82 que regalaban en las chapas de Coca Cola. Me la regaló completa la dueña de un bar.
-Mi colección de sellos: vide infra.

martes, 25 de marzo de 2008

Soooy uuun vocóóóderrr (2).

Neil Young es uno de esos músicos que siempre me han dejado indiferente. Tiene algún tema majo, me cae bien y demás zarandajas, pero nada más. Sin embargo, una imagen suya se resiste a abandonar mi cerebro. Hace unos quince años, Tele 5 emitió un concierto suyo de madrugada. En aquella época la oferta televisiva era más bien escasa, así que era una oportunidad que no podía dejar escapar y lo grabé en vídeo. Al día siguiente me dispuse a ver a una de las fieras del rock: aspecto proto-grunge, reputación drogota, una Gibson... y me encontré a un tipo que cantaba con voz de robot, tocaba un teclado portátil y vestía una chaqueta plateada y unas gafas de sol de esas que medían tres centímetros. Al menos, eso es lo que recuerdo. ¿Ese era el salvaje Neil Young? El concierto no duro ni dos días en la cinta.

Acabo de descubrir "Trans" aquí. Lean la historia del disco y busquen el enlace que aparece tras los músicos del mismo.

Contiene varias canciones rancias y joyas sintéticas con títulos como "Computer Age", "We R in Control", "Transformer man", "Computer Cowboy (AKA Syscrusher)" o "Sample and hold". El último tema dura 9:44, suena como Santana y comienza así: "Said the condor to the praying mantis: we're gonna lose this place, just like we lost Atlantis". Con esa portada y semejante empanada, parece claro que Neil Young no tenía muy claro por dónde tirar.

Lástima que no siguiese por el camino de "Trans" porque ahora puedo decir que me gusta Neil Young, qué cosas...


domingo, 23 de marzo de 2008

martes, 18 de marzo de 2008

Soooy uuun vocóóóderrr.


Cómo me gusta este single...
Vale que tengo afición por aquellos locos con sus viejos cacharros pero es que este tío era un figura. Intenten averiguar qué "dice" y luego lean aquí la letra.


Y esto por si alguien quiere escuchar "La virgen de la Macarena/El Relicario", "Reloj", "Granada" o "Piensa en mí" de esta guisa.

lunes, 17 de marzo de 2008

El Gran Abuelo te vigila.


A mi abuelo materno casi no lo conocí pero sé que he heredado de él y de mi madre la afición por hacer cosas. La gran diferencia es que él era mañoso, pulcro y eficaz (como mi madre) y yo soy un manazas. Los juguetes que hacía para sus hijos son de una calidad pasmosa: un piano de madera del tamaño de una máquina de escribir; un laberinto lleno de agujeros por el que desplazar una bolita; una legendaria casa de muñecas que no llegué a ver... Y además diseñaba carteles.

Mi abuelo paterno sigue vivo. De él y de mi padre he heredado la afición por los cacharros tecnológicos que no deben faltar en todo hogar moderno: máquinas de fotos, el Súper-8, el primer Casio (PT-20) que aporreé, la consola de vídeo-juegos más primitiva del mundo mundial...

Hace unos diez años, Luis y yo nos pusimos a construir, manipular y agujerear diapositivas para proyectarlas a todo color y a toda pared. Tengo la afición un poco abandonada pero no dejo de guardar plásticos susceptibles de ser proyectados para cuando la fiebre vuelva, que volverá. También pasamos las fiebres de las diapositivas escolares ilustradas y el Súper-8 y Luis encontró un proyector y unas diapos preciosas en el desván de casa de su abuela (creo).

Pues bien, el micro-piano construido por mi abuelo materno está siendo aporreado ahora mismo por su bisnieto y de la casa de mi abuelo paterno me acaban de llegar unas diapos que servían para crear efectos y poner títulos a las películas caseras de Súper-8. Se parecen tanto a las que hacíamos, buscábamos y proyectábamos que me he quedado helado.

Aquí pueden ver algunas fotos de Luis y aquí algunas de las mías.

viernes, 14 de marzo de 2008

Ingeniería juguética (1).


Además de "nuestras" elecciones generales y los preparativos para la de Eurovisión, en un país que se llama Estados Unidos de América también se están preparando para elegir a sus representantes. Allí tardan mucho más. Es como una peli de artes marciales o un vídeo-juego de esos de pegarse. Tienen que ir derrotando a muchos contrincantes hasta el gran combate final que convertirá al vencedor en el Rey del Mundo.

La ingeniería juguética es una ciencia social que utiliza el método experimental para sacar una conclusión a partir de dos premisas aparentemente contradictorias.

Los dos sujetos que han conformado este experimento proceden del Hospital de la Risa y el Llanto, una institución sin ánimo de lucro que acoge a juguetes desahuciados y/o con lesiones incurables.


miércoles, 12 de marzo de 2008

Obras son amores y no buenas razones.

Escultura efímera.

Arena de la playa, hielo, nieve, chocolate... cuando veo una escultura hecha para no durar nunca sé si reír o llorar.

Si utilizas el material con el que está jugando tu sobrino para construir algo, mejor que tengas una cámara a mano: las piezas del Exin Castillos no son demasiado estables y el humor del niño tampoco.


Tortugas (5).

Peluquería (Tortugas).

Ouka Leele, 1979.

sábado, 8 de marzo de 2008

Tortugas (4).


Hoy también he descubierto que Harryhausen comenzó a filmar en los años 50 "The Story of 'The Tortoise & the Hare'" (el enlace está aquí abajo a la derecha), restaurada y terminada con la ayuda de Screen Novelties en 2002.

Pinta y colorea (2).

Y esto por si alguien se anima a intentarlo con sus fotos. Basta con marcar los colores apropiados en cada zona y pulsar la tecla "colorize".

Pinta y colorea.

Qué tiempos aquellos en que Ted Turner decidió colorear un puñado de clásicos. Creo que la única peli que vi coloreada fue "El Sueño Eterno". El resultado era desastroso: los colores parecían escogidos a propósito para no encajar: ¿"cine negro"? Debería haber visto las pelis de aventuras pero la idea caducó en un mes, aproximadamente.

Desde entonces, el maestrillo ha perfeccionado su librillo y el gran Harryhausen ha decidido colorear algunas de las películas que había concebido en color pero fueron realizadas en blanco y negro (y grises). No las he visto pero, desde luego, la idea ya no parece tan descabellada.

Un par de casos curiosos:

-Mafalda coloreada por la editorial francesa Glenat (Quino opina al respecto en el último párrafo de esta entrevista. He "traducido" la tira.
-Mafalda en colores para flipar: "Y digo yo...". Ed. Pala 1973, Colección NOVENO ARTE, Madrid.

viernes, 7 de marzo de 2008

Café verde.

Me he quedado con la boca abierta:

C. A. F. É. = "Compañeros, arriba Falange Española".
V. E. R. D. E. = "Viva el Rey de España".

Aquí lo pone, ¡pero aquí también!


jueves, 6 de marzo de 2008

lunes, 3 de marzo de 2008

¡Dios mío, están por todas partes!




Escena 1.

Hace un par de años. Camino por la calle con dos amigos. Uno de nosotros, no recuerdo quién, se agacha para recoger algo del suelo. Surge una curiosa conversación sobre los hallazgos casuales. Mi amigo el politoxicómano dice que la cantidad de drogas que se puede encontrar en el suelo es increíble. No se refiere a las de origen vegetal, sino a drogas legales e ilegales y recetas prometedoras. Mi amigo el autor de cómic dice que en cuanto se queda atascado en un historia o no sabe cómo resolver una viñeta o una página, sólo tiene que salir a dar una vuelta para descubrir varias soluciones posibles en la calle. Yo, aficionado a las técnicas fotográficas más insospechadas, encuentro plásticos útiles por doquier y colecciono fotografías de carné encontradas en el suelo. Cuando enseño a otros mi colección de más de 50 fotos, todos dicen que les parece increíble encontrar algo así tirado en la calle... y un par de meses más tarde me regalan una foto encontrada.

Escena 2.
Hace doce o trece años. En un bar con unos amigos. Por alguna extraña razón, hacemos una lista de tortugas famosas. Guardo el papel (un boleto de lotería primitiva) en una de mis cápsulas del tiempo y me olvido de ella.

Escena 3.
Hace unos seis meses. Abro la cápsula del tiempo y encuentro la lista. Lo primero que pienso es que hay otro par de tortugas que deberían formar parte de ella. Paso la lista al ordenador y añado esos dos nuevos miembros. Desde entonces no dejo de ver tortugas a mi alrededor. Sólo dos son "de verdad". Viven en casa de un amigo. Las demás aparecen en la tele, periódicos y revistas, escaparates, la Red, películas e incluso portadas de discos. Una de ellas es una figurita que iba a ser tirada a la basura y ahora descansa bajo el monitor en el que van apareciendo estas letras.

Escena 4.
1 de febrero de 2008. El penúltimo encuentro fue de lo más inesperado. Estoy en el cine viendo "Kurt Cobain: about a son". En cierto momento del documental, Kurt Cobain se identifica con las tortugas con una pasión que hace que me ponga a reir como un idiota. La escena no es en absoluto cómica, lo cual hace que la situación sea más extraña todavía.

Escena 5.
28 de febrero de 2008. Inauguro una sección en este blog para intentar librarme del acoso de las tortugas. Nunca me habían interesado estos bichos pero reconozco que ahora les tengo mucho aprecio. Quizá sea porque yo también me identifico con ellas.

Siguiendo la costumbre de uno de los perpetradores de la lista de tortugas, me despido con una cita:
"Sólo es cuestión de estar atentos". Mrozec.

sábado, 1 de marzo de 2008

To click or not to click.

Ahora que mi sobrino se va apropiando de mi colección de clicks parece un buen momento para recuperar este textículo que escribí hace años. Como nota curiosa, apuntar que lo pillaron de mi vetusta web (siempre en obras) y lo colgaron aquí sin permiso ni firma. Por si fuera poco, de allí pasó aquí. Lo que hay que ver...


TO CLICK OR NOT TO CLICK.

Es imposible jugar con los Airgam-Boys sin perder por los menos tres o cuatro pies, los Madelman tienen tantas articulaciones que parecen epilépticos, los Geyperman sólo sirven para frotarlos con la Barbie y conducir su deportivo, los He-Man murieron de sobredosis de esteroides... Yo empecé con los Clicks y con los Clicks continúo. Sí, lo reconozco, mi querida mamá me los sigue regalando cada día de Reyes. Porque los muñecos-base se caracterizan por tener como único límite la imaginación de los que idean sus nuevas personalidades. Los Geyperman, Madelman y demás estaban incapacitados genéticamentre para llevar una existencia "civil", con su peinado a lo skin-head y sus cicatrices. Pero con los Clicks los límites se ampliaban sin cesar por todos los rincones de la tierra, el mar y sus profundidades, el cielo y el espacio exterior. Pero no sólo podías modificar a tu antojo el Espacio. Los viajes en el Tiempo eran también pan comido (con Nocilla). Y todas las alucinantes y alucinadas combinaciones que se te ocurriesen podían hacerse realidad con un solo "click".

Porque ellos forman parte de una nueva generación: el individuo entendido como parte de una sociedad mutante y llena de posibilidades. Su bajo precio (¡Bendito Plástico!) hacía posible que todos tuviésemos algún Click y los sometiésemos a todo tipo de vejaciones con el fin de comprobar su interacción con el fuego, el agua, la plastilina y los impactos más o menos violentos. Todos aparecen sonrientes: el Rey Arturo, un granjero manco del Far West o un intrépido astronauta. Su destino es lo de menos, ellos lo aceptan con resignación y alegría, aprovechando el momento, sabiendo que con cambiar de indumentaria podrán ser reinventados. Porque así es en realidad: un individuo está determinado únicamente por una serie de factores aleatorios que pueden cambiar en un momento. Lo ideal sería intentar destilar lo positivo de cada encarnación y, si uno no se encuentra cómodo, reinventarse a su gusto. ¡Viva la diferencia!

Imagina un parque infantil lleno de alegres Mini-Clicks jugando en los columpios. Imagina ahora que aparece un tío tan sonriente como ellos que lleva una pistola y un cuchillo. Imagina un coche de policía que descubre al sospechoso. Imagina que todo está siendo grabado por un cámara desde un helicóptero. Imagina que el helicóptero se estrella contra el coche de policía. Imagina que una de las Clacks es Nikita. Imagina que reduce al malo-maloso. Imagina que se marcha en su nave espacial. Imagina, imagina, imagina.
¿¡Y EL BARCO PIRATA!?

Aunque el mundo era entonces aceptablemente maravilloso y lo peor que podía pasar era una visita al dentista, una negra nube se cernía sobre mi hogar todas las Navidades: Cada año mis Clicks ampliaban sus dominios y posesiones en mi habitación, pero nunca lograron hacerse a la mar en el barco pirata.

Aún ahora me siento emocionalmente unido a todos aquéllos que me confesaron durante una borrachera que ése era también su trauma infantil por excelencia (a uno de ellos se lo regalamos el año pasado). Cuando iba a casa de mi vecino a jugar con los Clicks siempre me negaba a tocar siquiera el barco pirata. Y además le robaba un par de colts, que se cotizaban bien por lo fácil que era perderlos. Para que aprendiera, el jodido estúpido presumido.

Podías tener toda la colección de vehículos terrestres, acuáticos o aéreos, pero nada era comparable al barco pirata. Me imaginaba a mí mismo pasando tardes enteras, no ya jugando con él, sino simplemente intentando colocar todas las velas con todos aquellos hilos que, enmarañados, se morían de asco en una esquina de la habitación de mi opulento vecino, que Satán lo confunda. Más de una pedrada recibió como compensación, el cabronazo. No es que le guarde rencor, que también, es que me intriga saber si a él también le quedó el trauma de algún juguete inalcanzable o tuvo una infancia perfectamente feliz, el hijoputa.

NUEVOS MICROMUNDOS

Aunque empezaron siendo un juguete para niños, con sus prototipos y sus héroes, como toda especie que pretenda sobrevivir en estos turbulentos tiempos que corren, tuvieron que evolucionar (de Famobil a Playmobil, uno de esos misterios insolubles de la infancia), incorporando elementos como las Clacks y los Mini-Clicks (¿por qué ignorar el 50% de mercado que representaban las niñas?), manos giratorias, todo tipo de pigmentaciones y pilosidades, complexión más robusta, miles de nuevas personalidades... hasta llegar a los CD-rom o los parques de atracciones. Poco que ver con la versatilidad básica y el espíritu democrático que ofrecían en un principio. No hay más que comparar el antiguo hospital con el moderno quirófano. Otro de los avances fue incorporar incluso un pequeño motor que te convertía directamente en mero espectador: la tabla de windsurf, por ejemplo.

Hoy en día, en el floreciente imperio de Playmobil (que según su web utilizó 8500 toneladas de plástico en 1999), cada nuevo personaje es más una pequeña escultura de plástico completa en sí misma que un individuo dispuesto a adaptarse a una microsociedad regida por un único y todopoderoso Dios: uno mismo. Mejor no sacar conclusiones sociológicas sobre el cambio de directrices.

Y qué decir del desafío constante que los diseñadores afrontan para lograr reducir un objeto más o menos cotidiano a una forma básica pero perfectamente reconocible para los usuarios de todo el mundo. Herramientas, armamento, menaje, indumentaria de todo tipo, miles de accesorios intercambiables que puedan ser además asidos por cualquier "mano". ¿Por qué no un astronauta negro pescando asteroides con su caña? ¿Por qué no una mujer sheriff que hace surf? ¿Por qué no un esquiador sin brazos arrastrado por una jirafa? ¿Por qué no?

Para terminar este panegírico plástico he de confesar que nunca logré comprender por qué las Clacks (¿se llamaban realmente así?), tenían el abdomen en perpetua erección. Y aunque su peinado era precioso, reconozco mi predilección por las Airgam-Girls (peluquera, enfermera...), que lucían una sugerente lencería, aparte de su tipo 90-60-90.